18 January 2007

from valeria [1]

[a few journals from valeria about her trip to india last summer,
which i asked for a few months ago. we all know how slow the indian
post is...]

06/07/06

Estamos en el tren Delhi-Amritsar. Han pasado tantas cosas que no sé
cómo empezar a describirlas.
El primer día en Delhi, Jesica y yo nos dimos cuenta de lo
acostumbradas que estamos al primer mundo. El hotel nos pareció
rascuache, pero estábamos agradecidas por tener una cama y un baño,
aunque tuviéramos que saltar varios cuerpos en el piso y en la
oscuridad para llegar a él. El cuarto olía a orines, pero después de
un rato nos acostumbramos. Cuando salimos a dar una vuelta descubrimos
la parte difícil de la India. Lo que nos asombró no fue la pobreza,
como habíamos creído, sino el caos. Quizá por el hecho de que venimos
de un país pobre no nos sorprendimos ante las escenas decadentes y
tristes de un tercer mundo. Nos agobiamos muchísimo. Era difícil -casi
imposible- cruzar las calles, ya que parece que no hay dos carriles
para los autos, sino que todos manejan por donde pueden; cada auto
advirtiendo su presencia con el claxon. El ruido de la calle, las
multitudes, el calor, toda la gente viéndonos y llamándonos: "hallo?
excuse me, maram". Las calles no tienen nombre y por más que nos
esforzamos, nos perdimos y dimos muchas vueltas bajo el calor humedo,
que ya nos empapaba la ropa de sudor. Sacar el mapa a media calle
tampoco resultó util, ya que la gente simplemente se detenía a
jalarnos la ropa, a hablarnos en un inglés que no entendíamos, a
intentar vendernos cosas. Desesperadas, admitimos nuestra derrota y
nos refugiamos en un café muy estilo occidental con A/C donde
intentamos recuperar energías y estudiar bien el mapa, pero de nada
sirvió. Después volvimos a salir, pero obtuvimos los mismos
resultados, así que nos regresamos al hotel, sintiéndonos vencidas y
avergonzadas. Después de una siesta regeneradora, salimos y fuimos a
un mercado, donde aprendimos a decir "NO!" con decisión a todos los
vendedores.
Por la noche salimos a la terraza del hotel y vimos la semifinal del
mundial Italia-Alemania y ganó Italia.
Estaba feliz. Jesica argumentó que los italianos juegan muy sucio y
que no merecían la victoria. Yo la llamé ardida.
También descubrimos muchas siluetas de personas acuclilladas sobre los
techos de alrededor, mirándonos. Jesica dijo "Erik tenía razón: en
India nunca estás solo".
Al día siguiente llegó Fer. Estuvimos toda la mañana en el aeropuerto
esperándola.
Luego nos fuimos en metro al Red Fort.
El metro es lo más alucinante. Parece que estás entrando al primer
mundo. Pero no al primer mundo estilo Italia, sino estilo Hong Kong.
Super tecnológico, limpio, eficaz.
En el Red Fort sufrimos el acosamiento de un grupo de chavos liderados
por un niño. El niño habrá tenido doce años y era el más joven de
todos, pero nos miraba con ojos desafiantes y era el más atrevido. Nos
siguieron durante mucho tiempo, intentando ligarnos. Jesica dijo que
le recordaba al líder de los Mambo Kings, que era sólo un niño
también. Me dio mucha risa. Apenas Jesica y yo nos alejamos un poco,
Fer se vio rodeada por decenas! de personas. No estoy exagerando; de
verdad eran unas veinte personas. Mujeres que le daban a cargar el
niño y hombres silenciosos sentados alrededor de ella a mirarla
fijamente. Fer reaccionó bastante bien, hablaba con todos, se sentía
el centro de la atención y eso le gusta a Fer.
De ahí nos fuimos a la Grand Mosque, donde nos dejaron entrar
descalzas y fue lindo sentir la serenidad de la gente ahí dentro.
Vimos por primera vez a dos hombres agarrados de la mano, y yo me hice
"amiga" de una viejita musulmana que cada vez que pasaba me señalaba y
les decía algo a sus amigas. Nosotros lo interpretamos como que decía
"miren, ven a esa muchacha blanca? Es mi amiga".
Decidimos regresar caminando, ingenuas, hasta el hotel. Primera regla
de oro: en Delhi no sales a pasear. Necesitas tener una meta fija y
una ruta bien definida. Atravesamos un barrio que nos pareció Deep
India; lleno de gente, rickshaws, vacas, mierda, suciedad, cables de
luz que tapaban la luz del sol y monos que comían basura.......éramos
por supuesto las únicas turistas. Caminamos en silencio, completamente
perdidas excepto por la buena orientación de Jesica, cada una
absorbiendo todas las escenas, los ruidos, los olores y las
sensaciones que nos despertaba todo este caos alrededor. Sentí un poco
de miedo, pero al mismo tiempo esta gente me da confianza.
Después de bañarnos en el hotel, fuimos a cenar. No habíamos comido
nada en todo el día y estábamos agotadas. Fuimos a un restaurante
fresón de comida del sur. Estuvo delicioso! Pedimos los menús y
señalamos con el dedo un platillo al azar, pues no entendíamos nada.
Yo pedí algo así como Coconut Masala (aunque no me acuerdo bien si eso
fue lo que pedí yo y no las demás) y resultó ser como una crepa
enorme, llena de papa, coco, curry y con varias salsitas.
En la noche no dormí nada. Me di cuenta que me había enamorado de la
gente de India. Es increíble cómo todos te ven con los ojos bien
abiertos, se te acercan en silencio y ahí se quedan, viéndote. Como
decía en la guía: "in India staring is not rude". Los niños se acercan
timidamente, desafiados por sus amigos, y te sonríen. Las mujeres
quieren que cargues a sus niños y rien timidamente con sus amigas.
Es raro porque por un lado me sorprende todo esto nuevo, me fascina y
me llena de miedo y emoción. Pero por otro lado siento que ya lo he
visto, como si hubiera vivido acá y todo esto no fuera nuevo pa mí.
Ahora en el tren Fer y Jes se pusieron a hablar de nuestros futuros y
de cuando se casarán. Yo me puse de malas y me cambié de asiento.

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